Día: 24 de mayo de 2017

Cannes 2017: «12 días», de Raymond Depardon

Del hombre al hombre verdadero, el camino pasa por el hombre loco”. Estas palabras de Foucault dan comienzo al último trabajo de Raymond Depardon, extraordinario fotógrafo y mayor exponente del cine documental francés nacido en 1942.

En 12 días retoma el tema de las enfermedades psiquiátricas, como ya lo hizo previamente en San Clemente (1982) donde narraba el día a día de un manicomio situado en una isla veneciana, o en Urgencias (1988), película filmada en las urgencia psiquiátricas del hospital  Hôtel-Dieu de Paris.

El argumento aprovecha un instante decisivo según una nueva ley del gobierno francés, que exige que las personas hospitalizadas en psiquiatría sin su consentimiento sean presentadas ante un juez antes de que hayan transcurrido 12 días desde su detención. Así este juez, teniendo en cuenta los informes médicos del paciente, tomará la decisión de continuar con el internamiento o permitir otro tipo de seguimiento médico fuera ya de las instalaciones del manicomio.

Depardon pretende hacer nacer un diálogo despojado sobre el sentido de la palabra libertad y de la vida. Acompañados por la música de Alexandre Desplat, la cámara nos muestra el espacio en el que viven recluidas estas personas, un lugar aséptico y gélido hasta en sus espacios abiertos, que raya incluso en la ciencia ficción.

De la confrontación juez-paciente, mediante una cámara inmóvil, con algunos apuntes de los abogados de los mismos (hay que tener en cuenta que todos los protagonistas han sido internados en contra de su voluntad), va desgranándose todo el dolor del mundo.

El propio temor de los cuerdos se manifiesta en la ausencia total de empatía por parte de todos los que intervienen en este proceso. Porque, ¿acaso es posible salir indemne de ciertas declaraciones que recoge la cámara?

Aunque la identidad de los protagonistas ha sido obviamente preservada, sus rostros delatan ese estado que está más allá del mundo, cuando lo insoportable se desvanece en la bruma de la locura; escuchar voces que provienen de una silla eléctrica, sufrir repetidas violaciones, asesinar al padre y beatificarlo… Víctimas de una violencia continuada, tan frágiles, tan vulnerables. La cámara de Depardon les ha devuelto la dignidad durante un instante de tiempo.

Esmeralda Barriendos

Cannes, día 8: Doillon & Coppola

Jacques Doillon es un veterano en el Festival de Cine de Cannes y es la tercera vez que participa en la sección oficial. Su 28º largometraje, Rodin, presenta a Vincent Lindon en el papel del escultor Auguste Rodin, que recibió el reconocimiento público poco después de cumplir los cuarenta años. La película, que decepciona de forma generalizada, narra los altibajos emocionales del hombre, atrapado entre el amor apasionado de Camille Claudel, interpretada con frescura por la actriz y cantante Izïa Higelin, y la estabilidad de Rose (Séverine Caneele), su compañera de toda la vida. La otra película a competición de la jornada está dirigida por Sofia Coppola, miembro del Jurado presidido por Jane Campion en 2014, y se titula The Beguiled. Se trata de un thriller basado en la película El seductor, de Don Siegel, estrenada en 1971 y protagonizada por Clint Eastwood. Con la llegada fortuita a sus vidas de un cabo de la Unión, interpretado por Colin Farrell, el trío femenino de excepción, encabezado por Nicole Kidman, junto a Kirsten Dunst y Elle Fanning, encuentra la oportunidad perfecta para acabar con su hastío. “Nunca intenté hacer un remake sino hacer mi propia versión. Espero que se vea como las dos partes de una misma historia”, asegura en rueda de prensa la realizadora.

Cannes 2017: Génesis del proyecto por Ruben Östlund

2008 marcó la aparición del primer “barrio cerrado” en Suecia, una urbanización protegida a la que únicamente pueden acceder los propietarios con autorización. Se trata de un ejemplo extremo que muestra que las clases privilegiadas se aislan del mundo que les rodea. También es uns de las numerosas señales del creciente individualismo de las sociedades europeas, mientras aumenta la deuda del gobierno, se reducen las prestaciones sociales y la brecha entre ricos y pobres es cada vez más profunda desde hace unos 30 años.

Incluso en Suecia, que sin embargo es reconocida como uno de los países más igualitarios del mundo, el paro creciente y el miedo a ver cómo se debilita el propio estatus social, han llevado a las personas a desconfiar los unos de los otros y a separarse de la sociedad.

Un sentimiento general de impotencia política nos ha hecho perder confianza en el Estado y nos ha llevado a replegarnos sobre nosotros mismos.

¿Pero esta es la evolución que deseamos para nuestra sociedad?

En el curso de mis investigaciones para realizar la película Play, que trata sobre el chantaje entre los niños, observé la incapacidad que nos invade a la hora de ofrecer ayuda en lugares públicos. Los hechos reales en los que se inspira Play tuvieron lugar a plena luz del día en la tranquila ciudad de Göteborg, en centros comerciales, en tranvías y plazas públicas, y los adultos no reaccionaban aunque estos hechos se desarrollaran ante sus ojos.

En psicología social, la inhibición de la propensión a ayudar al otro en presencia de un tercero es conocida bajo el nombre de “el efecto del espectador” o “la apatía del testigo”.

La experiencia ha demostrado que la probabilidad de ayudar a alguien es inversamente proporcional al número de testigos, debido a la “disolución de la responsabilidad” causada por la presencia de varias personas. Sin embargo, se ha probado que la cohesión social puede compensar la indiferencia colectiva.”

Cuando mi padre era joven, en los años 50, las sociedades occidentales mostraban un sentimiento en el que se compartían las responsabilidades. Me contó que cuando tenía seis años, sus padres le dejaban jugar y pasear libremente por el centro de la ciudad de Estocolmo, con una simple medallita al cuello con la dirección en el caso en que pudiera perderse.

Recordemos que en aquella época, los adultos eran considerados como miembros de una comunidad, dignos de confianza, dispuestos a ayudar a un niño en caso de que tuviera problemas, mientras que hoy en día, el clima social no consolida ni la cohesión social ni nuestra confianza en la sociedad.

Por el contrario, vemos a los otros como una amenaza para nuestro hijos. Esta reflexión nos llevó, a Kalle Boman y a mí, a desarrollar el proyecto de The Square.”

* Kalle Boman, nacido en 1943, es productor y profesor de cine en Academia de Bellas Artes/Universidad de Göteborg. A lo largo de los años, ha colaborado con realizadores como Bo Widerberg, Roy Andersson y Ruben Östlund. En 2014, en la Ceremonia de los premios del cine sueco, Boman recibió un premio extraordinario al conjunto de su obra.

Del dossier de prensa del film “The Square” de Ruben Östlund.

Traducción del francés: Esmeralda Barriendos para www.zinema.com