Cannes 2017: «Una Mujer Dulce», de Sergei Loznitsa

En un primer momento, Sergei Loniztsa deseaba contar el destino de una mujer, cuyo esposo está cumpliendo condena en prisión. Ella le envía un paquete que le es devuelto. Sin entender a qué se ha debido, decide ir en busca de la respuesta y así, da comienzo la película.

En palabras del director, el film tiene poco que ver con el relato breve de Dostoievski titulado La Dulce, puesto que su deseo no era llevar a cabo un trabajo de orden íntimo o introspectivo. En lugar del sufrimiento inherente a un personaje, al tormento psicológico interior, la intención de Loznitsa era describir un espacio, un habitat en el que los seres humanos están obligados a existir.

Siento tener que expresar una profunda decepción personal ante Una Mujer Dulce. No he tenido oportunidad de ver ninguno de los anteriores largometrajes de Loznitsa, ni sus trabajos en el documental, pero sí tenía unas buenas expectativas al respecto dado que disfruta de una gran reputación entre algunos cinéfilos.

En la entrevista publicada en el dossier de prensa, el director habla de la metáfora de un país impregnado por todas las formas de violencia imaginables. En mi opinión, la película no acierta en las escenas de conjunto que pretenden mostrar dicha violencia en todas y cada una de sus formas. No acierta ni en la elección del punto de vista, -el lugar de la cámara-, ni en todo lo concerniente a la puesta en escena.

Intérpretes grotescos inspirados quizás en la pintura de Grosz, y sin embargo nada verosímiles en su expresión, se hallan muy lejos de la esencia del cine; estos pronuncian unos diálogos excesivamente largos donde se describen a sí mismos, abordando a la protagonista siempre súbitamente, sin que el encuentro surja de la vida, apenas en contadas ocasiones…

Loznitsa es un hombre que posee una cierta sabiduría que no ha sabido transmitir en imágenes. Sólo el vagar de la mujer dulce está filmado con gran destreza. Pero el lenguaje de su cine frente a su escritura, frente a la toma de conciencia de su propio trabajo, está tan alejado uno de otro, que el resultado es una película muy desigual, exaltada y redundante.

Esmeralda Barriendos