Cannes 2017: «12 días», de Raymond Depardon

Del hombre al hombre verdadero, el camino pasa por el hombre loco”. Estas palabras de Foucault dan comienzo al último trabajo de Raymond Depardon, extraordinario fotógrafo y mayor exponente del cine documental francés nacido en 1942.

En 12 días retoma el tema de las enfermedades psiquiátricas, como ya lo hizo previamente en San Clemente (1982) donde narraba el día a día de un manicomio situado en una isla veneciana, o en Urgencias (1988), película filmada en las urgencia psiquiátricas del hospital  Hôtel-Dieu de Paris.

El argumento aprovecha un instante decisivo según una nueva ley del gobierno francés, que exige que las personas hospitalizadas en psiquiatría sin su consentimiento sean presentadas ante un juez antes de que hayan transcurrido 12 días desde su detención. Así este juez, teniendo en cuenta los informes médicos del paciente, tomará la decisión de continuar con el internamiento o permitir otro tipo de seguimiento médico fuera ya de las instalaciones del manicomio.

Depardon pretende hacer nacer un diálogo despojado sobre el sentido de la palabra libertad y de la vida. Acompañados por la música de Alexandre Desplat, la cámara nos muestra el espacio en el que viven recluidas estas personas, un lugar aséptico y gélido hasta en sus espacios abiertos, que raya incluso en la ciencia ficción.

De la confrontación juez-paciente, mediante una cámara inmóvil, con algunos apuntes de los abogados de los mismos (hay que tener en cuenta que todos los protagonistas han sido internados en contra de su voluntad), va desgranándose todo el dolor del mundo.

El propio temor de los cuerdos se manifiesta en la ausencia total de empatía por parte de todos los que intervienen en este proceso. Porque, ¿acaso es posible salir indemne de ciertas declaraciones que recoge la cámara?

Aunque la identidad de los protagonistas ha sido obviamente preservada, sus rostros delatan ese estado que está más allá del mundo, cuando lo insoportable se desvanece en la bruma de la locura; escuchar voces que provienen de una silla eléctrica, sufrir repetidas violaciones, asesinar al padre y beatificarlo… Víctimas de una violencia continuada, tan frágiles, tan vulnerables. La cámara de Depardon les ha devuelto la dignidad durante un instante de tiempo.

Esmeralda Barriendos